En 1954 se levantó a orillas del Cantábrico, cerca de Gijón, una ciudad turística modélica. Fue en Perlora. Contaba con campo de fútbol, parques para niños, restaurantes comercios, acceso a las playas, diversiones y, sobre todo, chalets. Los veraneantes eran trabajadores. Por un módico precio podían pasar las mejores vacaciones de su vida. Pero a partir de los 90 comenzó su declive. Sostener esa ciudad vacacional era muy caro para el Principado de Asturias. El Estado se quedó sin dinero y decidió cerrar y privatizar el complejo en 2006.
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