Entre la historiografía existe un debate sobre la supuesta complicidad del monarca en el golpe. El día 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera (en la imagen junto a Alfonso XIII), mandó ocupar los servicios telefónicos de Barcelona y leyó un comunicado ante los periodistas dando un golpe de estado incruento. A los dos días el rey, de vacaciones en San Sebastián, regresó a Madrid. Ante la pretensión del gobierno de destituir a los sublevados, Alfonso XIII dilató su respuesta.
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