Cuando a Jonathan y Marine les dijeron que su hija Naëlle, de cuatro años, sufría cáncer de riñón, se les vino el mundo encima. Primero, por la gravedad de la situación: su pequeña debía ser operada de urgencia y someterse a un largo tratamiento. Segundo, por la logística: esta pareja de franceses no cuenta con la ayuda de ningún familiar directo que les pudiera echar un cable en tan complicada situación.