Cristina tenía tan hinchadas las piernas que no se podía mover, afectada además por grandes dolores. "El naturista no le dejaba tomar ni un ibuprofeno, decía que le haría daño al hígado y que, además, para superar un cáncer tenía que sufrir. Los médicos nos dijeron que ni los animales habrían sufrido así", cuenta su hija. Cuando los médicos llegaron a su casa y le hicieron a su madre las necesarias pruebas de diagn&oacut e;stico por imagen vieron que el cáncer estaba totalmente extendido y que no había nada que hacer. "Fue al hospital y ya no salió".
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