Ciertamente, Plinio el Viejo nunca se paseó por las Ramblas de Barcelona en un mes de agosto, pero tampoco le hacía falta para conocer de primera mano las virtudes e inconvenientes del turismo. Tecnología aparte, ¿qué maravillas pueden contemplarse en una moderna ciudad turística que no se vieran ya en las calles de la antigua Roma, por ejemplo? ¿Souvenirs a precio de oro? ¿Amantes de la arquitectura contemporánea? ¿Grupos de estudiantes cerrando tabernas? N o, en el turismo, así como en las vicisitudes del saber, no hay progreso...
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